Sicilia, 241 a. C. Después de dos décadas de conflicto con Roma, el ejército cartaginés dirigido por Amílcar Barca debe abandonar las armas. Su hijo, Hannibal, tiene seis años cuando asiste a esta batalla. Enrutado, Cartago debe un tributo astronómico al conquistador, y el niño es testigo, impotente, de la propia humillación.
Pero el joven Aníbal rechaza el fracaso: criado en el odio a Roma, dedicará toda su existencia a la destrucción del enemigo. Entonces comienza la confrontación excepcional de uno de los mejores tácticos de todos los tiempos y su alter ego romano, el genio militar Scipion African.